Felanitx y los Teatinos

Quizás Felanitx sea un caso aparte en la historia de los Clérigos Regulares Teatinos en España. Un caso aparte porque ha sido -ya lo escribían así los cronistas del año 1936- como el grano de mostaza de la parábola evangélica. Desde que unos hombres sencillos y virtuosos comenzaron a reunirse para “darse a los demás”, allá por el año 1866, hasta nuestros días, la mano del Señor parece que ha ido conduciendo esa obra humana.

En 1890, ese grupo de hombres, entra a formar parte de las familias religiosas, convirtiéndose en una Congregación diocesana. 20 años más tarde, cuando se habían extendido por Palma, Capdepera, Pollensa, en 1910 el Santo Padre Pío X les incorpora a la Orden Teatina. Y de Felanitx es de donde toma nuevos aires la Orden de los Clérigos Regulares: Felanitx ha dado -desde su incorporación a los Teatinos- un extraordinario número de religiosos, tanto Sacerdotes como Coadjutores, desde Hermanos ejemplarmente ocupados eñ las tareas más humildes hasta Prepósitos Generales.

El ministerio sacerdotal desempeñado en la iglesia ha hecho que florecieran también esos movimientos cristianos que giran en torno a “la visita domiciliaria” de la Sagrada Familia, la Archicofradía del Perpetuo Socorro, la Súplica perpetua, la Cruzada del Amor Divino. Todo ello, junto al Colegio de Enseñanza Primaria, está haciendo del Colegio de San Alfonso un verdadero ejemplo de trabajo apostólico.

El 18 de octubre de 1940 se bendecía el nuevo templo, de planta de cruz latina, juntando sus brazos en una cúpula rasgada en ventanales que traducen en colores escenas y alegorías de la vida de San Cayetano, rematadas con la cruz, emblema Teatino.

Ahora, recientemente, se ha bendecido igualmente un magnífico órgano tubular, que da más vitalidad, si cabe, al culto eucarístico y mariano.

En el terreno de la Enseñanza, y como resultaban insuficientes los locales antiguos, sobre el campo de baloncesto se han levantado dos plantas más que van a servir para dar al pueblo de Felanitx, Teatino por los cuatro costados, la posibilidad de que sus hijos, al mismo tiempo que adelantan en las ciencias humanas, conozcan y vivan el mensaje del Padre de Providencia.