San Andrés Avelino

Nació de padres virtuosos, en el año 1521, en Castro Nuovo (Castronuovo de San Andrés), aldea de la región de Lucania. Bien instruido en humanidades, estudió Derecho en Nápoles; ordenado sacerdote comenzó a defender causas en la administración eclesiástica, pero experimentando el peligro de esta profesión, se entregó por completo a Dios y al servicio del prójimo, de tal modo que no dudó en gastarse hasta la muerte a favor de la salvación de las almas a él confiadas. Por consejo del Beato Juan Marinoni abrazó la vida de los Clérigos Regulares, profesando el 25 de enero de 1558; añadiendo otras promesas, en verdad difíciles, con las que quiso obligarse: Oponerse continuamente a su voluntad y progresar cada vez más en el camino de la perfección evangélica.

Enriquecido con el don de la oración, la discreción de espíritus, la profecía y los milagros. Ardiendo en el amor divino empleó mucho tiempo y esfuerzo en oír confesiones, en ayudar a enfermos y necesitados, en enseñar a los alumnos de su Orden y en fundar nuevas Casas.

San Carlos Borromeo y el Beato Pablo Buralli d’Arezzo recurrieron a su actividad en empresas pastorales. Erudito sobre todo en disciplinas sagradas y humanas, dejó muchos escritos, que se editaron después de su muerte.

Agobiado por los años y gastado por los trabajos, murió, a causa de una repentina apoplejía, cuando celebraba la eucaristía, en la iglesia de San Pablo el Mayor de Nápoles, el 10 de noviembre de 1608. En esa iglesia se venera su cuerpo. Urbano VIII lo declaró beato en 1624. Clemente X lo canonizó el 22 de mayo de 1712. Su fiesta es el 10 de noviembre.