Venerable Vicente María Morelli

Nació en Lecce el 25 de abril de 1741 dentro de una familia con sólidos principios cristianos. De familia numerosa, concretamente 12 hijos, escribían cartas donde hablaban de la rectitud moral que llevaba a cabo sus padres: Giuseppe Ludovico y Rosalia Perrone.

El penúltimo de los hermanos de Vincenzo, Giuseppe, entró a formar parte de la Compañía de los Clérigos Regulares, pero sin llegar al sacerdocio, ya que fallece prematuramente a causa de un tumor cerebral.

Desde joven, Vincenzo era un apasionado por el estudio de la Sagrada Escritura, hasta tal punto que hizo suyas algunos fragmentos de la Biblia, meditándolas con fervor espiritual. Posteriormente, sintió la llamada de Dios a su servicio, respondiéndole generosamente desde su juventud, entrando en la Orden de los Clérigos Regulares, con una actitud sabia y prudente aconsejada por su padre.

Vincenzo comenzó el noviciado en la Casa de Santa Irene de Lecce, guiado por el P. Agostino Lubelli, un sacerdote destacado por su profunda doctrina y santidad de vida. Acabados los estudios, se dedicó con fuerza al servicio de Dios: en las observancias de la Regla, puntual en sus obligaciones en sus comienzos de su vida teatina. Acabado el noviciado el 27 de abril de 1757, es admitido a la profesión religiosa y después de pocos meses es enviado a la Casa de San Pablo el Mayor de Nápoles, donde estudió filosofía con Felipe López-Royo, C.R. Viendo lo superiores las capacidades de estudio, deciden mandarlo a Roma para estudiar la teología y en Verona estudió otras disciplinas como las matemáticas y la astronomía.

A pesar de sus capacidades intelectuales, los superiores no vieron oportuno que recibiese el ministerio sacerdotal, porque no veían que la consagración suya fuese total. Llegado el día de la Santísima Trinidad, el día 16 de junio de 1764, fue ordenado presbítero.

El 4 de marzo de 1792, Vincenzo fue consagrado obispo en la Iglesia de San Carlo al Corso de Roma, y el día 24 de mayo toma posesión de la diócesis de Otranto, encontrándose una situación pastoral preocupante, porque la feligresía estaba dispersa, viviendo una profunda ignorancia religiosa. Vincenzo se armó de coraje, confiando siempre en Dios, en encarrilar de nuevo a la feligresía, en la que llegó a elaborar un Compendio de la Doctrina Cristina que distribuía al pueblo para poner fin a la ignorancia religiosa.

El 22 de agosto de 1812 Vincenzo fallece mientras rezaba: «En ti, Señor, he esperado, no quedaré confundido para siempre». Enseguida se cerraron sus ojos para siempre a la vida terrena para abrirse a la luz beatífica de Dios.